Como en la cancha en la vida


La vida es como un partido de fútbol en la que a veces somos el equipo ganador y a veces el perdedor.
En el que somos el árbitro, los jugadores y el relator, en la que a veces la jugamos olímpicos y a veces estamos con 10 y nos meten un gol al último minuto. 

Uno siente que lleva la pelota a toda velocidad esquivando a cada jugador y derrotando a la defensa y no nos queda más que pensar que el gol es nuestro, entonces pegamos el pelotazo con toda firmeza casi con el grito de gol saliendo de la boca y ahí en esa fracción de segundos es que nos damos cuenta que la pelota pega en el travesaño y el equipo contrincante viene a toda máquina con el contra ataque, nos agarra con la defensa descolocada y allí cuando menos lo esperábamos nos meten un gol, de esos que su hinchada lo grita a todo pulmón y uno queda aturdido de lo rápido que sucedió, pero en ese momento no nos podemos olvidar de que nos quedan 60 minutos más de partido y que un gol no es la derrota, un poco cansados y un poco desanimados por la diferencia desfavorable intentamos mejorar nuestra táctica de juego, y ahí vamos con cuidado tratando de llegar al arco del equipo contrario pero también de no dejar espacio a que nos ataquen porque ya no vamos cero a cero vamos con el marcador en contra  y eso es una gran desventaja. Nos acercamos con precaución porque nos damos cuenta de que quedarse a la defensiva no nos sirve de nada porque no avanzamos simplemente nos mantenemos ahí cuidando algo que no nos da la victoria de la  batalla,  es ahí cuando el juego se pone difícil, pero entre pase y pase  un pelotazo a toda velocidad choca contra la red y la alegría recorre todo nuestro cuerpo, mucha euforia y emoción. Esto nos da un empujoncito para no perder la fe de que podemos ganar, entonces nos vamos al entretiempo hacemos una pausa y el capitán del equipo nos da unas palabras de aliento, ánimos, para que el cansancio no nos gane y en el segundo tiempo asegurarnos el trofeo. Y que bien nos hace cuando vienen y nos dicen que sí podemos, entonces salimos confiados a comernos la cancha con hambre de gloria, más allá del resultado del partido lo importante es saber que se dejó todo para lograrlo.

Así de igual tendríamos que ser con la vida no hay que darse por vencido por que siempre podemos meter un gol cuando menos lo esperamos.

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